1954. Un grupo de contratistas de publicidad en salas de cine decide que su trabajo es tan glamouroso como las películas junto a las que se exhibe y crean, inspirados en el festival internacional de cine de Cannes, el primer Festival Internacional de Publicidad que tiene lugar en Venecia.

Al celebrar el festival en esta ciudad italiana, acuerdan que el galardón habrá de estar inspirado en el símbolo más conocido de la ciudad, el león de la Piazza San Marco. Se unía así el festival a la ciudad de un modo algo irónico, ya que el año siguiente tendría lugar en Montecarlo y la tercera edición finalmente en Cannes. Aunque no es hasta 1984 cuando se instala definitivamente allí.

Lo que desconocían aquellos caballeros es que habían encontrado “el león” de los huevos de oro. Y que con el tiempo su criatura se volvería una máquina imparable de hacer dinero. Si queréis un ejemplo, tengo uno a mano: este año el festival cumple su 61 aniversario y lo celebra con un récord histórico, 37.427 inscripciones de 97 países. Lo que a una media de 500€ por inscripción nos da un total de 18.713.500€. Por respeto a la crisis económica que atravesamos no haré el cálculo de las inscripciones de delegados de esos 97 países a 2.500€ de media cada uno.

cannes san marcos

Con tanto número este festival más que un evento publicitario parece el sorteo del oro de Cruz Roja. ¿Que no? Todos compramos nuestra participación, enviando piezas, con la esperanza de que nos toque tan ansiado metal y nuestra vida cambie de la noche a la mañana. Incluso hay quien gasta miles de euros en participaciones pensando que es una cuestión de estadística.

Según Sir Martin Sorrel, fundador y CEO de WPP en LinkedIn,

“Today’s Cannes may be big and brash but it’s also emphatically open, diverse, international and multi-disciplinary. In other words, it’s a reflection of our modern industry and society”

A este respecto, mi opinión es que el efecto de la sobredimensión del festival no tiene sino un resultado negativo. ¿327 jurados juzgando 37.427 piezas en unos pocos días? Está claro que desafortunadamente mucha atención no pueden prestar a cada pieza. No hablemos del laberinto de categorías, 17 en total, que aumenta año tras año y que a mi parecer dificulta la inscripción de las piezas y el consiguiente juicio sobre ellas.

Pero que no cunda el pánico amigos. El año que viene volverá el festival y sus miles de inscripciones batiendo nuevamente un récord mundial, junto a las fiestas en yates y hotelazos de tropecientas estrellas. Que no falte el glamour, que es lo único que debe quedar del espíritu inicial. Y quién sabe, quizá podamos pedir un crédito ICO para comprar nuestra participación en este gran sorteo publicitario. Y si has sido uno de los agraciados, siempre podrás vender tus metales preciosos para recuperar la inversión, ¿no?

 

Foto: Sebastià Giralt